Se va, y se escapa, y desaparece, y se escurre entre nuestros dedos. Todo ese tiempo que un día creímos tener hoy es tan solo otra
parte de aquello que pudo ser y no será. Como los sueños que no se cumplen, las
palabras que no se dicen y la despedida que no llegamos a vivir. Todo va al
mismo sitio, a formar montoncitos y a esperar que estemos preparados para
afrontar todo aquello que tuvimos y no supimos aprovechar. Llega un momento en
el que somos conscientes de todo el tiempo que hemos perdido. Lo malo es que
ese momento suele llegar demasiado tarde.
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