"There is nothing to writing. All you do is sit down at a typewriter and bleed." - Ernest Hemingway

domingo, 5 de octubre de 2014

Nunca me entiendes cuando te hablo con la voz.

Volví a quedarme sola, como cada vez que deberías estar
                                                                                                    y no.
Casi me parece absurdo echar de menos unos labios que a veces parecen tan ajenos
los mismos ojos que me miran en mitad de un polvo y luego me rehúyen.
Ya no sé si soy yo la que te espanta, o tú que no puedes con tanto miedo.
Tampoco creo que importe, el resultado es parecido:
me veo más lejos de ti que de completos desconocidos (aunque es casi lo mismo);                                                                                      
me siento más sola si estás a mi lado que si decides irte,
y creo que jamás se me atragantó tanto nudo en la garganta como ahora que al teléfono le da por contestarme con silencios.
Si cuando yo dejo caer algo de amor tú te haces el loco
y cuando tú provocas un acercamiento yo desaparezco,
dime cómo cojones vamos a entendernos.

Y yo sigo sola, en una cama diminuta que me queda grande,
en otro sábado de mierda que parece más domingo que cualquier lunes de octubre
esperando que vuelvas a recorrer mi espalda con tus pestañas,
a conseguir que deje de pensar por un segundo en todo lo que podría ir mal,
                                                                                                                                        y va;
pero cuando el lunar al filo de tu labio superior se convierte en mis mejores vistas
no queda otra que aceptar que lo mismo no nos va tan mal.
Y mira: me conformo con que me sigas tirando de la cama,
con que no dejes de reírte de mis (in)capacidades culinarias
y con lo perdida que me quedo cada vez que no te entiendo, ni nos entendemos.
Todo con tal de que sigas apareciendo sin avisar para empotrarme contra la primera pared que se nos cruce de espaldas,
que no dejes de darme besos en cualquier parte del cuerpo cuando te dejas llevar por todo lo que podrías sentir si te dejaras,
que me mires como si yo tuviera todas las respuestas, cuando tú aún no has hecho la pregunta adecuada.

Puede que no haya mucho más que hacer, 
si nuestro mutuo desentendimiento sigue levantando muros entre tu lado de la cama y el mío;
quizás yo tenga razón y la cuenta atrás esté a punto de terminar,
o puede que los celos me desgasten las ganas de ti y (se) me acabe(n).
Pero, mientras tanto, mientras nos dure,
no puedo aguantar sin decirte lo jodidamente genial que es ese momento
en el que me llamas para despertarme y estás en la puerta.
Y hay algo más, pero eso mejor lo dejamos para cuando se nos acabe el tiempo.


(Que no lo digo, pero lo siento. Espero que te des cuenta.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario