Eres el flashback que queda de todos los
lugares a los que juré volver pero olvidé donde estaban. El silencio incómodo
cuando me preguntan qué fue de mí cuando yo ya no existía ni sabía por donde
acabar. Podría describirte mil veces y no tengo ni idea de quién eres. Sigo sin
saber a dónde fuiste cuando te pedí que te fueras. Por qué cojones te diste la
vuelta cuando yo lo hice y me dejaste ser tan soberanamente cobarde otra vez.
En qué estabas pensando.
Obligarte a irte fue mi caída desde un
quinto piso, el alcohol mezclado con benzos, el cúter en mis muñecas, la
anorexia nerviosa, el camión pasándome por encima, los gusanos devorando mis
sobras. Obcecarme fue esparcir mis cenizas y ponerme a buscarlas para después meterlas
en un jarrón y romperlo para tener algo por lo que llorar. Y lo hice. Llevo enferma toda la vida.
Por favor, no vuelvas. Si tengo que
admitir de nuevo que estaba equivocada me arrancaré las cuerdas vocales y te
estrangularé con ellas para que no puedas decir ni una sola vez que llego
tarde. Ya me di cuenta. Ya convertí mi vida en un reloj de arena que no deja de
asfixiarme cada vez que intento coger aire para decir que sí, que lo entiendo;
que estaba dando pasos hacia el puente en mitad de la noche mientras gritaba a
la carretera desierta que no sabía nadar, para después culpar a quien no me
salvó de morir ahogada. Que soy una egoísta que te prefirió muerto a sin mí.
Estoy enfadada contigo porque de mí ya estoy harta. A quién voy a engañar ahora
que sé la verdad. Si vieras mi cabeza
por dentro te asustarías: hay una cicatriz por cada vez que imaginé que volvías
después de verte marchar. Está todo gris, el dolor es un color feísimo.
Deberían considerar deporte de riesgo escribir a quien no te lee, ni le interesa.
Deberían considerar deporte de riesgo escribir a quien no te lee, ni le interesa.
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