"There is nothing to writing. All you do is sit down at a typewriter and bleed." - Ernest Hemingway

lunes, 16 de agosto de 2010

Ya no queda nada.

Cogió el bolígrafo. Sostuvo la punta contra el folio, esperando la inspiración. Suspiró, cansada, y desistió. Dejó el bolígrafo sobre la cama y miró el reloj: las 2:45 de la mañana. Si no se dormía pronto, al día siguiente estaría muuuy cansada. Pero en realidad eso ya le daba igual. Ya no importaba nada.


"Cerró los ojos para asimilar mejor sus palabras, no se lo podía creer. Él seguía de pie, en frente suyo, mirando al suelo. Ninguno de los dos se atrevía a romper el silencio. ¿Para qué? Ya no quedaba nada por decir."


Volvió a coger el bolígrafo. Quería obligarse a escribir algo, lo que fuera, pero se sentía como si todas las palabras se hubiesen evaporado de su mente. No soportaba estar así, en ese estado apático y apoltronado, apagada como no lo había estado en su vida. Volvió a dejar el bolígrafo, ya no lo soportaba más.


"Suavemente, él cogió su mano. Enredó sus dedos con los de ella, como solía hacer cuando todo iba bien. De pronto, le vino a la cabeza la frase de una canción... 'cause the spaces between my fingers are right where yours fit perflecty'. Le pasaba a menudo: le venía a la cabeza alguna frase de cualquiera de las canciones que había en su iPod. Pero no una frase cualquiera, si no una que verbalizaba a la perfección el momento que estaba viviendo. A él le hacía gracia, solía decir que ella podía encontrar una frase para cualquier ocasión, y que siempre era adecuada. Entonces se reía y la besaba. Pero eso era antes..."


Harta de todo, dejó a un lado el cuaderno y el bolígrafo y se levantó de la cama. Decidió ir a por un vaso de agua, a ver si así conseguía ahogar los gritos de angustia que pugnaban por salir de su garganta. Se levantó, abrió lentamente la puerta de su habitación y atravesó el pasillo de puntillas. Sin poder evitarlo, se detuvo delante de la ventana, desde donde se podía ver dormir a la ciudad, acompañada de unas cuantas estrellas y una gran luna llena bañándolo todo. Lo había olvidado, aún salía la luna...


"Ella, en estado de shock, miró al cielo, a la luna. Él comentó que dentro de poco habría luna llena. Y ella susurró que nunca más volvería a mirar la luna. Él suspiro, cerró los ojos y volvió a disculparse por enésima vez. Ella ya no le escuchaba, ya no tenía sentido."


Sintió como el agua fría le hacía daño en la garganta, pero siguió bebiendo. Quería, antetodo, apagar aquella extraña sed que sentía. Pero esa sed no la calmaría el agua, solo podía hacerlo él... una vez más, le vino otra frase a la cabeza: 'solo podrá calmarla unos labios que tengan la misma sed'.


"No quería preguntárselo, pero tuvo que hacerlo. No podía aceptarlo así sin más, necesitaba un motivo al menos. Pero él no le dió ninguna explicación lógica, tan solo un montón de excusas manoseadas y otro tanto de disculpas con regusto a culpabilidad. Ella intentó morderse la lengua, pero al final se le escapó: ¿es que ya no la quería? Bastó con cuatro palabras para acallar la estúpida verborrea con la que él intentaba justificarse."


Se tumbó en el sofá, con los pies en la pared, como solía hacer cuando era pequeña. Buscaba despejarse, relajar un poco su interior para poder dormir. De repente, sonó su móvil: un mensaje. Lo cogió sobresaltada y casi se le cae de la mano cuando vio de quién era. No lo entendia. Eran casi las tres de la mañana, y llevaban casi un mes sin hablarse. ¿Qué podría querer él ahora?


"Ella se sentó en el suelo. Más bien, se dejó caer. No podía ser cierto. Tantas palabras, tanto amor, tantos tequieros... y ahora solo había silencio. Después de casi ocho meses de relación, ahora solo les quedaba el silencio."


'Te echo de menos pequeña' ... Ya está. Una sola oración. Cinco palabras. Una locución verbal y un vocativo. Había bastado solo con eso para desbaratarlo todo. Todo aquello que ella había creado, ese ordenado equilibrio en el que se había refugiado... TODO, por los suelos. Llevaba semanas prohibiéndose pensar, odiándose a sí misma por recordar... y después de todo, seguía echándole de menos a morir.


"Él intentó decir algo, pero ella no quería escuchar nada. Se levantó y, sin decir una palabra, se fue dándole la espalda y sin volverse ni una sola vez. Por fin, las palabras volvieron a la boca del chico. 'Te amo'. Pero nadie le escuchó. Era demasiado tarde."


Le tamblaba la mano cuando volvió a coger el móvil. Por una vez, se permitió dejarse llevar. 'Y yo a ti' tecleó. Esperó unos segundos. Enviado.

2 comentarios:

  1. Segunda vez que lo leo, segunda vez que algo me remueve algo por dentro. Enviado.

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  2. Pfffff, me encanta, en serio.

    Me gusta muchísimo las palabras que destacas(L)

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