Llevaban dos horas sentados en el sofá, y no habían cruzado más que ocho palabras y unos cuantos silencios infinitos. Ahora mismo estaban inmersos en el silencio apático propio de quienes creen que ya no tienen nada que decirse. Ella leía en silencio. Él veía la tele. Cada uno en una esquina del sofá, tan cerca pero a la vez tan lejos. Llevaban juntos tanto tiempo, que ya apenas recordaban qué les hacía sonreír cuando se miraban a los ojos. Los sentimientos estaban ahí, claro, pero ellos habían permitido que la pasión caducara y que el amor se llenara de moho y pelusas. Mucha gente opinará que es una situación muy triste, pero ellos ni siquiera se han percatado. Continúan viviendo juntos, durmiendo en la misma cama, compartiendo existencia, pero hace mucho que perdieron la habilidad de emocionarse juntos.
viernes, 3 de septiembre de 2010
Monotonía edulcorada I
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Jo, es muy cierto eso. Puede ocurrir si llevas mucho tiempo con una persona. Lo has etiquetado en "Paranoias" Pero yo lo hubiera puesto en "Realidades" Muy bien señorita, como siempre creo yo jajaja
ResponderEliminar