"There is nothing to writing. All you do is sit down at a typewriter and bleed." - Ernest Hemingway

jueves, 9 de septiembre de 2010

Monotonía edulcorada II

Ella terminó el libro que estaba leyendo. Lo cerró lentamente y se quedó muy quieta. Le había encantado: era una historia de amor preciosa, tanto, que había hecho que se le saltaran las lágrimas. Pero claro, él no se dio ni cuenta. Estaba harta de vivir así. Él era su gran amor, la persona por la que lo daría todo, pero ahora de eso no quedaban más que recuerdos. Al principio habían sido felices, claro, pero la emoción inicial fue remplazada por una desidia rutinaria y aburrida. No entendía como les podía haber pasado eso a ellos, ¡si siempre habían sido diferentes! Mientras todos sus amigos se separaban y discutían, ellos seguían riéndose juntos y perdiendo el sentido con cada beso. Pero ahora… ahora sus besos eran meros roces de labios que no provocaban ni medio escalofrío, y hacía siglos que no le escuchaba reírse. Todo parecía indicar que había llegado el fin, pero ella se negó a aceptarlo. Tiró el libro al suelo y se giró de golpe. Apagó la televisión y recibió con rabia la mirada confusa que él le dedicó. Cuando ya iba a preguntarle porqué le había quitado su programa favorito, ella le besó. Pero al estilo de antes: un beso de verdad. Le mordió el labio y recorrió con la lengua los márgenes de su boca. Mientras él asimilaba aquella revolución, ella aprovechó para sentarse encima de él y recorrer su cuerpo con las manos. No hizo falta más: la monotonía edulcorada se convirtió en pasión redescubierta, y los labios de él respondieron con la misma voracidad con la que ella había empezado.

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