M.

Dos putos años. Hace dos años que te vi por última vez, si a eso se le puede llamar ver a alguien... Setecientos treinta días, y te prometo que te sigo echando de menos igual que aquel 16 de julio. Sigo echando de menos tu risa de niña pequeña, tu sonrisa, tu voz, tenerte cerca, y todo lo que te unía a nosotras. A pesar de no volver a estar a nuestro lado, has sido capaz de unirnos más que nada. Por ti hemos sido fuertes, hemos conseguido seguir adelante y hemos aprendido a no rendirnos. Por ti las cosas adquieren un matiz distinto, consigues que todo importe de otra forma. Gracias a ti valoro más la vida, ya que tu muerte hizo que todos mis esquemas se tambalearan. 

Pero te echo de menos. Dios, te echo tanto de menos... Nadie sabe lo que daría por volver a verte un minuto más, por poder volver al hospital, a la última vez que te vi con vida, acompañarte a dar un paseo por el pasillo y hacerte reír diciendo apuf. Y una de las cosas que más me duelen es que tengo la completa seguridad de que serías increíblemente feliz... habrías disfrutado como nadie de estos años de tu vida, serías guapísima, te arreglarías y saldrías, te lo pasarías genial, vivirías... Pero no, no vives. Y dos años después eso sigue doliendo igual. Te sigo echando de menos igual. Te quiero igual. 

Descansa pequeña.