Hay cosas en las que es mejor no volver a pensar. No porque sean
malas, todo lo contrario. Hay recuerdos tan geniales que darías lo que fuera por revivirlos, y la imposibilidad de que eso pase duele tanto que pasas meses sorteándolos a toda costa y buscando cualquier excusa para olvidarlos.
Pero un día te das la vuelta en la cama y te falta algo. Esperabas
girarte y encontrar a una persona que no está. Y todos los recuerdos que llevabas evitando incontables semanas se acumulan de golpe en tu cabeza y paralizan tu
capacidad de reacción. Y te quedas totalmente quieto mientras amanece y echas
infinitamente de menos a la persona que debería estar despertándose a tu lado.
Entonces es cuando cierras los ojos y los ves. Todos esos
recuerdos. Se materializan tras tus pupilas en fragmentos aleatorios y amenazan
con romper la calma que con tanta dificultad habías alcanzado. Tres letras que
significaban más que todas las palabras del mundo, un colgante que revelaba a
gritos una fecha, un candado a trocitos. La sonrisa de la persona que debería
estar despertándose a tu lado.
Y no puedes más. No lo soportas. Te quiebras en pedacitos tan
pequeños que ya ni siquiera eres capaz de juntarlos, y lloras hasta ahogar todo
aquello que te hizo desear no haber despertado. Pero ya es de día, no te explicas cómo, pero sigues vivo; y te toca aceptar que, una mañana más, te
despertarás solo. Y no puedes evitar pensar que el día siguiente será igual. Y
el próximo. Y todos los que vengan. Y entonces sí que no quieres levantarte.
Porque por mucho que intentes negarlo, te sigue faltando la
persona que debería estar despertándose a tu lado.
Increible!
ResponderEliminarEl pasado no puede aportarte nada nuevo, indudablemente lo mejor está por llegar.
ResponderEliminarEspectacular!
ResponderEliminarImpresionante...
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