Alargué el auténtico final hasta límites insospechados pero, aún así, llegó. Supongo que nos quisimos por encima de nuestras posibilidades, y eso nunca fue sostenible. Así que, irremediablemente, terminamos desahuciados y sin opción de recuperarnos.
Y el temblor en las piernas, el nudo en el estómago, el abismo que me engulle al verte… todo, todo lo que no me atrevo a decir y lo que nunca sabrás; todo eso ya no sirve para nada, no significa nada. No importa nada.
Y lo peor es que sigo esperando que todo cambie. Si ya nos hemos perdido, el final debería ser encontrarnos.
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