“Puede que sea la hora, el alcohol o la (falta de) compañía.
Puede que ahora todo lo que escriba sea pura invención y no haya más que decir.
Quizás me hartara por fin de todo ese lío romántico que, se supone, ha de unir
nuestros puntos cardinales para que nuestro mapa anatómico tenga algún sentido.
Quizás mi integridad se muriera de asco al ver el panorama, al no haber más que
historias sucias y vergüenzas tristes que nadie querría admitir. Puede que sea
cosa mía. O no. Quién sabe.
Pero yo hoy no me creo ni un puto retazo de realidad. Quienes juraron morir de amor siguen abriendo los ojos cada mañana, y las quinientas toneladas de palabras que se blandieron en plena guerra de silencios quedaron aplastadas por dos simples letras. Cuando te quieres dar cuenta, se ha acabado el invierno. Y todo lo que resolviste arreglar jugándote la vida resulta quedar en nada (quizás morir de amor sea solo una expresión). Cuando resurge el convencimiento de ser valiente por encima de la bruma difusa del conformarse; cuando crees que has recuperado ese quiénsabequé que te arrastraba de vuelta hacia tu norte… entonces la realidad se transforma en cristal y te das la hostia del siglo, y el amor de tu vida se convierte en uno más entre los que no miras. Pero le ves. Ves al amor muerto, a la realidad cristalizada y rota, al valor jodido y a las putas ganas de espaldas (hay que huir de frente, y tú estás en la dirección contraria). Y vuelven a pasar las horas y las noches y las letras y las líneas y no sabes si quieres ahogarte en los brazos de alguien, en litros de vodka, o en el jodido mar, lo que sea con tal de sentirte un poco menos tú y un poco más real.
Pero yo hoy no me creo ni un puto retazo de realidad. Quienes juraron morir de amor siguen abriendo los ojos cada mañana, y las quinientas toneladas de palabras que se blandieron en plena guerra de silencios quedaron aplastadas por dos simples letras. Cuando te quieres dar cuenta, se ha acabado el invierno. Y todo lo que resolviste arreglar jugándote la vida resulta quedar en nada (quizás morir de amor sea solo una expresión). Cuando resurge el convencimiento de ser valiente por encima de la bruma difusa del conformarse; cuando crees que has recuperado ese quiénsabequé que te arrastraba de vuelta hacia tu norte… entonces la realidad se transforma en cristal y te das la hostia del siglo, y el amor de tu vida se convierte en uno más entre los que no miras. Pero le ves. Ves al amor muerto, a la realidad cristalizada y rota, al valor jodido y a las putas ganas de espaldas (hay que huir de frente, y tú estás en la dirección contraria). Y vuelven a pasar las horas y las noches y las letras y las líneas y no sabes si quieres ahogarte en los brazos de alguien, en litros de vodka, o en el jodido mar, lo que sea con tal de sentirte un poco menos tú y un poco más real.
Pero tal vez todo sea mentira. Tal vez yo no recuerde cual
es la verdad. A lo mejor a estas alturas no queda nada que merezca la pena
salvar. O, peor, nadie capaz.”
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