"There is nothing to writing. All you do is sit down at a typewriter and bleed." - Ernest Hemingway

viernes, 2 de julio de 2010

Non ti movere.


No te gusta tu vida, ¿verdad? No te gusta lo que eres, lo que haces... No eres feliz. Al echar un vistazo por encima del hombro a todos tus recuerdos, no te gusta lo que ves. Y, ¿qué haces tú? Pues nada, claro. Sigues como si nada, en esa vida gris, tirando hacia delante y viviendo a regañadientes sencillamente porque es lo que te han dicho que debes hacer. Imagínate que no es así. Imagínate por un segundo que te dieran un día para cambiar tu vida. Un día para sacudirte de encima todos los desengaños y las decepciones; para desenredarte las mentiras que tienes enganchadas en el pelo; para arrancarte las lágrimas que se encuentran incrustadas en tu alma.


Estás nervioso, claro, es normal. Va a comenzar ese día. TU día. Te levantas temprano, no quieres desperdiciar ni un momento. Saltas de la cama y decides pisar con el pie izquierdo, porque ya estás harto de pisar con el derecho y que todo salga mal. Te arreglas, sales de casa y saludas al mundo con una sonrisa, para comprobar si las nubes están amistosas hoy, o piensan volver a descargar sus depresiones encima de ti. Andas un par de pasos y una brisa te mueve suavemente la ropa, sientes como los últimos resquicios de tus miedos se vuelan suavemente mecidos por el aire, escapando sin dejar ni rastro. Sacas tu iPod y te colocas los cascos en las orejas, buscas esa canción, esa cuya letra hace que te estremezcas y que se te ponga la piel de gallina, esa tan bonita que te da ganas de llorar. Te pones en marcha, no quieres perder ni un minuto… no corres, ¡vuelas! eres como el metro de Madrid. Al parecer la ciudad ha decidido ponerse de tu parte: los peatones se apartan a tu paso y te miran con reverencia, como si estuvieran admirando tu valor; los coches frenan cuando te ven venir, no se atreven a interrumpir tu marcha con paradas innecesarias; el viento te sigue empujando hacia delante, para asegurarse de que no te entra un ataque de pánico irracional y te das la vuelta. Y, por fin, llegas. Es pronto, aún faltan unos diez minutos para que ella salga. Te sientas en un banco y repasas doscientas cuarenta y cinco veces lo que quieres decir. De repente se escucha un chasquido en tu interior: se acaba de despertar tu cabeza. ¡Para! ¿Qué haces? ¿Te has vuelto loco? No joder, ¡no te des la vuelta ahora que habías llegado tan lejos! Pero serás cobarde, ¿como te has podido convertir en alguien tan conformista? NO TE MUEVAS. Te mueres de ganas de echar a correr, pero sabes que si lo haces ya no habrá vuelta atrás. Te mueves ligeramente, un paso delante y dos atrás. Te tiemblan hasta las ideas. La gente te mira extrañada y tú disimulas sentándote en un banco. Vaya locura, te dices, ¿en qué estaría pensando? Respiras profundamente y te levantas para irte. Comienzas a andar, despacio. Pero, un momento… de repente, y casi sin querer, miras los cristales del edificio que tienes al lado. Se refleja todo lo que tienes a tus espaldas, y tú te fijas únicamente en lo que te interesa. Ella ya está ahí. Te ha visto. De perdidos al río, no es tan difícil, ¿no? Solo tienes que darte la vuelta, mirarla a los ojos y decirle: “Te quiero”.

2 comentarios:

  1. Wow, solo puedo decir WOW :D me ha gustado la manera que tienes de escribir, la manera de decir lo que quieres decir :) sigue asi eh? que aqui estoy yo leyendote jajaja

    ResponderEliminar
  2. Realmente precioso. Me ha encantado el texto.
    Y sabes qué? En el primer párrafo me he sentido muy identificada. Y al comenzar a leer la segunda parte del primer párrafo me has hecho sonreír, incluso mis ojos se han humedecido.
    Y a mí me gustan las historias que transmiten, que me hacen sentir, que despiertan algo en mi.

    Y tú lo has conseguido :)
    Ahora tengo (aunque sea sólo un poquito) más ganas de vivir. Y no cómo lo he hecho hasta ahora. Quiero vivir como tú lo has descrito.

    Gracias y un beso enorme, sigue así, porque yo te sigo desde ya!!
    ;)

    ResponderEliminar