Solo dime si estás bien ..

La distancia duele, la frialdad, más. Pero lo que realmente me rompe es la indiferencia: una ausencia total de sentimientos donde antes tan solo había sonrisas y besos. Se me clavan los pensamientos, y no puedo evitar reducir mi importancia a cero. ¿Tan poco valgo? Después de sentir cada puta palabra que salió de mis labios, y de considerarte aspirante a dueño de las estrellas de mi espalda, entiende al menos que me ancle a los recuerdos para compensar esta realidad que se me atraganta.

Lo siento, pero hoy todo lo bueno parece tan lejano como son ahora tus manos, y me siento más sola de lo que he estado en mucho tiempo. Intento sofocar mis gritos literarios acallándolos con mi orgullo, pero este se ha disuelto en lágrimas y se ha rendido a la evidencia. Por eso, seguiré escribiendo hasta que el odio sea insostenible y nos separe para siempre, puesto que a mi el olvido me tiene olvidada, y eso no hace más que recordarme la fragilidad de mis decisiones. 

Porque estoy asumiendo que no se pueden arrancar las miradas ni borrar los besos, que los abrazos no se diluyen con el desprecio, y que harán falta cientos de horas para enterrar nuestros escasos segundos. Pero hazte a la idea de que, por mucho que te alejes, yo pondré en práctica mis consejos por primera vez y seré consecuente con esas ocho letras que un día te dije. 

Y así está la cosa: yo mantendré ocultos mis condicionales hasta dar con el detonador adecuado. Probaré, a ver si arreglo un chanchullo con el tiempo y me concede una tregua, que no sabes lo que daría por despertar mañana sin acordarme de tu nombre. Y aunque tenga todas tus miradas clavadas como chinchetas, las arrancaré una a una hasta que lo único que salga de mi boca sea ese adiós que tanto deseas.